Cuando hablamos de turismo rural hablamos de un concepto que nos conecta con el pulso primigenio y sencillo de la vida que hemos ido extraviando acosados por las urgencias de la gran ciudad; de los detalles y los placeres que podemos permitirnos cada vez que nos lo propongamos sin salir de la Isla; de una forma de redescubrir nuestros parajes y espacios naturales y tradiciones locales y comarcales. El turismo rural representa la versión local del movimiento Slow, y como plantea su manifiesto, contrariamente a aquellos que confunden la eficiencia con el frenesí nos propone, a modo de vacuna, una adecuada porción de placeres suministrados con la finalidad de que los gocemos lenta y prolongadamente.
Las atractivas posibilidades de Gran Canaria como destino comenzaron a desarrollarse en los años 60 en el área sur de la Isla, en donde hoy se consolida una de las mayores plataformas turísticas del Continente. Desde entonces, nos hemos venido significando como una tierra que cada año atrae a más visitantes con sus innegables atractivos naturales, con una oferta que no sólo contempla las posibilidades del sol y la playa, sino que propone a quien se decide a conocerla una completa red de espacios destinados al ocio, deporte, salud, la restauración o la cultura.
Entre esa sólida y diversa oferta complementaria al denominado turismo de masas, se ha impulsado en las últimas décadas en Gran Canaria, una interesante red de acogedores establecimientos de turismo rural que se extiende por todos y cada uno de los municipios grancanarios.
Cuando hablamos de turismo rural hablamos de un concepto que nos conecta con el pulso primigenio y sencillo de la vida que hemos ido extraviando acosados por las urgencias de la gran ciudad; de los detalles y los placeres que podemos permitirnos cada vez que nos lo propongamos sin salir de la Isla; de una forma de redescubrir nuestros parajes y espacios naturales y tradiciones locales y comarcales. El turismo rural representa la versión local del movimiento Slow, y como plantea su manifiesto, contrariamente a aquellos que confunden la eficiencia con el frenesí nos propone, a modo de vacuna, una adecuada porción de placeres suministrados con la finalidad de que los gocemos lenta y prolongadamente.
¿Se puede hablar de innovación en el campo? Si, si hablamos de turismo rural, que se plantea como una actividad singular, que constituye un motor económico que contribuye a dinamizar el desarrollo social de los municipios, generando empleo y poniendo a su vez en valor otros aspectos como la conservación sostenible de sus respectivos territorios, la preservación del patrimonio artístico, etnográfico y cultural, la estabilización de las poblaciones, la recuperación de las industrias artesanales locales sostenidas en su mayoría por economías familiares o la potenciación de suelo compatible con la conservación del medio ambiente, entre otras. Esta saludable diversificación de nuestra principal industria debe seguir creciendo con criterios que permitan el desarrollo sostenible mediante la conservación, recuperación, puesta en valor e imbricación socieconómica de los ecosistemas y sus componentes en el medio rural de Gran Canaria.
El turismo rural por tanto no sólo diversifica nuestra oferta tradicional, sino que ayuda a distribuir por toda la Isla la riqueza que genera al localizarse su oferta en entornos no masificados y tratarse de infraestructuras muy dispersas por la geografía insular.
El turismo rural se nutre de productos agrarios de calidad, y elabora, en muchos casos, una gastronomía de Km Cero, con productos de la propia huerta o de una huerta cercana. Educa a sus clientes en los placeres de la cocina canaria y los informa sobre los productos con denominación de origen, elaborados artesanalmente como nuestros exquisitos y variados quesos, vinos o respostería. El este sentido, el turismo rural enseña lo que somos.
En la actualidad existen en Gran Canaria un total de un millar de camas rurales que son explotadas por familias y empresas de capital 100 por cien canario. Alemanes, nórdicos y peninsulares son los principales clientes de estos establecimientos, además de los turistas locales, muy asiduos en los últimos años de esta modalidad que presenta unos picos de ocupación del 100 por cien en periodos vacacionales, y una media del 70 por ciento en otras épocas del año.
El Cabildo grancanario articulará un plan de apoyo que mejore las redes de explotación en el exterior del sector del turismo rural y fomente la calidad del destino, buscando como no podía ser de otra manera, la colaboración de las entidades y asociaciones que hasta ahora han articulado la oferta, ayuntamientos de la Isla y promotores turísticos, con la finalidad de perseguir el intrusismo en el sector, optimizar sus potencialidades, recursos y estrategias de promoción, así como la comercialización de esta prometedora modalidad asociada a un perfil de turista de espíritu más independiente, curioso culturalmente y de mayor poder adquisitivo. Igualmente recuperaremos y embelleceremos los miradores de la isla, puntos estratégicos de referencia en la contemplación del conjunto de nuestros bellos paisajes.
En el contexto de la apuesta socialista de lograr que Gran Canaria sea posible en un click, a través del impulso de las nuevas tecnologías y el papel que pueden jugar éstas en este sector, se están ya organizando rutas en GPS. Desde el Cabildo grancanario, se impulsará la digitalización de toda la información de los senderos, de forma que sean georeferenciados, y que estén siempre disponibles para ese turista tecnológico, que va en aumento.
El turismo local busca el placer de saborear el aquí y el ahora. El turismo rural puebla nuestros campos con otros aires, aires renovados por la entrega personal y el compromiso con el trabajo bien hecho. He disfrutado y disfruto pasando con mi familia unos día de descanso en un casa o en un hotel de turismo rural. Desde el Cabildo grancanario voy a seguir disfrutando apoyando su consolidación. Para que gane la buena gente, para que gane lo bien hecho. Para que gane Gran Canaria.