Discurso íntegro de la presidenta del Parlamento de Canarias, Carolina Darias, durante la ceremonia de apertura de la IX Legislatura de la Cámara autonómica:
«Presidente y Gobierno en funciones, ex-presidentes, autoridades, representaciones, diputadas, diputados, familiares, amigos y amigas, medios de comunicación, señoras y señores, buenos días.
En nombre de la Mesa y de los portavoces que me acompañan, quiero darles la bienvenida al Parlamento de Canarias, donde reside la soberanía del pueblo canario, que expresa su voz a través de sus representantes elegidos democráticamente y a su vez refleja el pluralismo político y social de esta tierra.
Bienvenida emocionada ante tan amplia y nutrida representación de la sociedad canaria que está aquí con todos nosotros.
Hay fechas que acuñan la memoria de una generación y otras que marcan durante décadas la vida de un pueblo.
Nos convoca hoy la Apertura Solemne de la IX Legislatura del Parlamento de Canarias, después de treinta y dos años de existencia de esta institución; aquí, en la sede de Teobaldo Power. Institución que es el fruto de muchos factores, pero especialmente de la democracia, de nuestra idiosincrasia, de nuestro devenir y de nuestra historia.
Y si la historia, como decía el griego Tucídides, es “un incesante volver a empezar”, hoy, tres décadas después de su constitución, primero provisional y después definitiva, volvemos a iniciar una nueva andadura.
Ha pasado mucho tiempo desde aquel entonces. La Canarias de aquellas fechas poco tiene que ver con la actual, pero hay algo común que permanece invariable: los anhelos y las ansias de su gente para conseguir una vida mejor y la actuación de quienes han estado en cada una de las diferentes legislaturas en pro de conseguir ese objetivo.
Podría decirse, pues, que esta no es una legislatura cualquiera para un Parlamento plagado de sensibilidades. A todos nos corresponde interpretarlas adecuadamente en un tiempo de cambios y adaptación.
En esta realidad cambiante, la singularidad jurídica administrativa de Canarias ha permanecido latente a través de instituciones como los cabildos insulares que recientemente han conmemorado cien años de existencia y reflejan un carácter genuino, único en nuestro país, hasta ajustarse como un guante a esa realidad insular, socieconómica y cutural.
Y también a través de los ayuntamientos y sus corporaciones representativas, auténticos pilares de la convivencia canaria y de la cercanía de la población a sus centros de decisión política. Cabildos y ayuntamientos, por cierto, van a estrenar en este mandato legislación específica aprobada por unanimidad en esta Cámara durante la pasada legislatura.
Desde un primer momento, se identificaron unos y otras como la fórmula óptima para gobernar y gestionar unas realidades territoriales que, aún compartiendo una identidad común, por ser islas, gozan cada una de personalidad propia y viven situaciones particularizadas y problemas concretos. Esta adaptación a la singularidad específica de cada isla es lo que, a su vez, ha permitido a Canarias avanzar en un proyecto común.
[blockquote size=»third» align=»right»]La isla, más allá de un ente territorial, es el reflejo de la vida de quienes habitamos en ella y de algún modo expresa los sentimientos de su gente.[/blockquote]
La isla, más allá de un ente territorial, es el reflejo de la vida de quienes habitamos en ella y de algún modo expresa los sentimientos de su gente, sentimientos que se han ido adaptando a los nuevos tiempos, sin perder su identidad y reivindicando con orgullo a Canarias: lo que fue, lo que es y lo que queremos seguir siendo.
Sin embargo, este Parlamento es el resultado de un proceso histórico que no tenía precedentes en nuestras islas y al que la democracia hizo surgir. Me refiero a la Comunidad Autónoma. Una realidad que fue creada para conjugar tres principios entre sí indisociables: la libre participación democrática, la autonomía y un marco común para la organización político administrativa del Archipiélago. Se ha progresado de forma notable en las más de tres décadas de existencia de aquel proyecto singular en nuestra historia. No obstante, ese avance de nuestro proyecto institucional común no debe detenerse. Cada tiempo requiere de nuevas y atinadas propuestas.
Tal es así que precisa hoy hacer viable una Canarias que dé respuesta a las demandas y a las aspiraciones acumuladas en el tiempo o las que están surgiendo a un ritmo vertiginoso. Las bases para articular esas respuestas precisan del impulso colectivo de la ciudadanía canaria, de las fuerzas políticas, de los sectores económicos y sociales de las islas y de las instituciones.
Por eso, vuelvo a reivindicar en este acto, la visión y ambición sana, sincera y honesta que debe presidir cuantas decisiones se adopten en este hemiciclo, a favor de Canarias y de su gente.
Necesitamos una Canarias comprometida con las personas, especialmente con los colectivos más vulnerables, con las familias, con los jóvenes, con las personas mayores. En suma, con quienes menos tienen y más lo necesitan. La intensidad de la crisis y la duración de la misma están afectando a muchas familias que antes no habían recurrido a los sistemas de protección social.
No tengo dudas de que esperan de nosotros un conjunto de acciones políticas de apoyo social a las personas y a las familias que favorezcan la plena inclusión en la sociedad, propiciando mayor igualdad de oportunidades.
Y ello, a través de los vectores que configuran nuestro Estado de Bienestar:
Un sistema educativo que siga avanzando hacia la convergencia europea y que sitúe al alumnado en Canarias en las mejores condiciones, sin dejar a nadie atrás, como pivote trascendental de integración social e igualdad de oportunidades.
Un potente sistema sanitario de carácter universal y público que atienda las demandas sanitarias de la población en Canarias.
Y una amplia red de servicios sociales, cooperada entre las Administraciones públicas canarias y las organizaciones sociales, el tercer sector.
Con atención también para nuestros jóvenes que merecen un horizonte de esperanza que les aleje del desaliento y de la tentación de irse de Canarias, cómo única salida. Para que nuestra juventud no tenga que «salir de la patria», como Mercedes Pinto en «Cantos de muchos puertos», tienen que encontrar oportunidades aquí, donde han nacido y donde se han formado.
Una Canarias sostenible con el medio ambiente, fomentando un consumo responsable, reduciendo nuestra dependencia energética exterior, impulsando las energías renovables como apuesta estratégica de presente y de futuro. Tenemos las mejores materias primas verdes del mundo, hagamos uso de ellas y utilicemos todas nuestras potencialidades energéticas para ser actores principales en la reducción de la deuda ecológica. Creo sinceramente que éste debe ser un objetivo prioritario.
Una Canarias responsable con nuestro territorio, gran parte de él, con un alto grado de protección, dada su riqueza medioambiental. Es preciso indicar que, frente a quienes consideran que esto es un inconveniente, brota una de nuestras fortalezas: unas islas, cada una con su configuración territorial singular, que configuran un todo inigualable.
Una Comunidad que sitúe al sector primario donde le corresponde dada su vital importancia, tanto por su componente económico, como por su función en la configuración medioambiental de nuestra tierra.
Una Canarias económicamente emergente, en la generación de empleo para quienes no lo tienen; emergente con la emprendeduría y con nuestros sectores económicos, especialmente con el sector turístico para el sostenimiento del liderazgo de Canarias como destino turístico.
[blockquote size=»half» align=»left»]Tenemos que propiciar las condiciones económicas necesarias, de estímulo económico y fiscal con un Régimen Económico Fiscal (REF) más social, que coadyuve a la generación de empleo y riqueza social y económica en las islas.[/blockquote]
Tenemos que propiciar las condiciones económicas necesarias, de estímulo económico y fiscal con un Régimen Económico Fiscal (REF) más social, que coadyuve a la generación de empleo y riqueza social y económica en las islas.
Una Canarias, en fin, pujante, dotada de unas infraestructuras vanguardistas en puertos y aeropuertos, cómo únicas puertas de entrada y de salida de nuestro territorio; puertos que referencian a Canarias como hub de solidaridad; unas infraestructuras industriales adecuadas y necesarias para incrementar su aportación; centros tecnológicos y científicos que, junto con las universidades canarias, potencien unas islas competitivas para su crecimiento y proyección.
Sabido es que Canarias tiene una posición geoestratégica relevante, en todos los ámbitos. Tenemos al alcance de la mano al continente africano, con más proyección de crecimiento del planeta; un continente dónde viven cientos de millones de personas que demandan bienes, servicios y transferencia de conocimientos. Todo ello es un elenco de oportunidades para nuestras empresas y nuestras universidades.
Permitan, señorías, que hable de una Canarias comprometida con la igualdad. Años atrás, como da fe el primer Parlamento de Canarias, con una sola diputada, la igualdad no era más que una quimera en el imaginario invisible de muchas mujeres de esta tierra. Hoy, la realidad de esta Cámara es bien distinta: por primera vez en su historia, tiene más diputadas que diputados, como bien distinta es la sociedad a la que representamos.
El camino recorrido ha sido complejo -diría que sinuoso en muchas ocasiones- pero lo hemos recorrido con esfuerzos, sacrificios y dignidad, mucha dignidad. Por eso, la determinación es firme: ni un paso atrás ni un derecho menos, porque comprometerse con la igualdad es comprometerse con la democracia.
Si aquí ha sido difícil, imagínense para otras mujeres en otros lugares del mundo. Como primera mujer que preside el Parlamento de Canarias, como mujer que ha tenido la oportunidad de comprobar la inmensa aportación que las africanas hacen al desarrollo y progreso de su continente, creo que debemos prestar especial atención a estas mujeres sobresalientes.
Mujeres que mantienen casi la mitad de los hogares, que manejan el 90% de la economía informal, que producen hasta el 80% de los alimentos en algunos países… pero que también son cada vez más líderes en la política de sus países, y más numerosas en sus parlamentos.
La igualdad salva vidas, la igualdad mejora la vida, y esto que es verdad en todo el mundo -y así lo certifican todos los indicadores internacionales-, en África lo es especialmente.
Aboguemos por las mujeres, por las mujeres africanas, como nuestro entorno más inmediato, porque con ello ganará África y ganaremos todos.
Hoy, abrimos una nueva legislatura en tiempos difíciles, en donde espero y deseo que no se cuestione los avances sociales ni la existencia misma de los logros conseguidos con el esfuerzo colectivo de quienes han hecho posible lo que hoy somos como islas y como región.
Debemos poner lo mejor de nosotros mismos para reducir la brecha entre la ciudadanía y las instituciones, para que la esperanza aglutine más que la indignación, para que la desafección retroceda. Tenemos una enorme tarea por delante: transformar la desafección, la repulsión y hasta la indignación en acción política. Revitalicemos la política.
Señorías: la ciudadanía quiere escuchar que hay salidas. Y quiere verlas. Quiere ver liderazgos compartidos que se hagan cargo del estado de ánimo de los demás, estar con la gente, escucharla, guardar respetuoso silencio ante el otro, abriendo nuevas fórmulas de entendimiento.
Tenemos talento, tenemos a la mejor gente joven preparada, tenemos sectores económicos dinámicos y pujantes. Por eso, vuelvo a reiterar que tenemos presente; pero, sobre todo, tenemos futuro.
Esta legislatura, la novena en la historia del parlamentarismo canario, cobrará todo su sentido si somos capaces de avanzar a pesar de las dificultades, sorteando los obstáculos y reafirmando nuestro compromiso con nuestra tierra y nuestra gente.
No es una tarea fácil, pero sí una tarea apasionante.
Asumamos colectivamente un compromiso ineludible: allí donde estemos, el argumento inicial y final en la política es la honestidad.
La limpieza en la vida pública es incompatible con la falta de ejemplaridad. Seamos implacables con quienes no lo sean. Demos razones a la ciudadanía para creer en la política al servicio de los intereses generales. Esto es, para mí, reivindicar la política. Una política guiada por la decencia y la ética.
Les invito a que no nos resignemos, a que luchemos por intentar cambiar las cosas. Sé que hay dificultades, pero también sé que hay inteligencia y voluntad para hacerlo.
Nuestra palabra y nuestra argumentación deben ser portadoras de los valores del respeto, la claridad, la transparencia, la tolerancia, la participación y el pluralismo. Fortalecer estos valores en el día a día de nuestro trabajo ayudará a enriquecer el Parlamento y, por consiguiente, nuestra democracia.
Decía María Zambrano, la filósofa del exilio, que lo que somos lo hemos soñado antes. Los sueños van por delante, van abriendo caminos. Probablemente, la Canarias de hoy fue la Canarias soñada por nuestros padres, madres, abuelos y abuelas.
Si anhelar los sueños nos permite alcanzarlos, ambicionemos la capacidad de seguir inventándonos una vida nueva y mejor para todos, como proyecto ético individual, colectivo e institucional, para seguir construyendo Canarias, para avanzar en el proyecto común de Canarias.
Ese es el sueño, ese es el reto.
Muchas gracias.
Gracias a todos por su asistencia.
Gracias a los trabajadores de la casa por su esfuerzo.
Queda abierta la IX Legislatura».