Este año se celebra el ciento treinta aniversario del tomate canario de exportación. En este ya más de un siglo hemos podido constatar la importancia de la producción tomatera en el contexto de la economía productiva de las islas, así como de la geografía y la sociedad canaria. Empresarios, técnicos, cosecheros, productores y trabajadores han sido conscientes de este hecho a lo largo de varias generaciones y han puesto de manifiesto, con su trabajo, la capacidad del sector para superar escollos y afrontar nuevos retos. A ellos mis más sinceras felicitaciones.
Sin embargo, en esta ocasión quiero referirme a uno de los pilares fundamentales del tomate canario, no siempre reconocido: sus trabajadoras. Este aniversario debe servir para rendir tributo a su dedicación, al compromiso que han asumido a lo largo de la historia de Canarias para prolongar el empeño de tantas y tantas personas, ya fuera en el campo, en las fincas o en los almacenes de empaquetado.
La mujer, siempre esforzada cada vez que ha de afrontar tareas agrícolas, ha estado muy presente en el día a día de este sector. Con sus manos, con la mirada clavada en el horizonte, en la distribución metodológica de los cultivos, a cielo abierto o en invernaderos y en el funcionamiento de los dispositivos de decantación y selección.
Su tesón ha sido admirable y por ello, cuando se habla de la participación de la mujer canaria en el medio rural, es obligado aludir a su desempeño en las zonas de cultivo de tomate. Su esfuerzo ha constituido una sustantiva aportación al capital humano vinculado al sector.
[blockquote size=»half» align=»right»]Gracias al empuje de tantas y tantas mujeres canarias, la marca ‘tomate canario’ o la etiqueta ‘tomate tipo canario’ son ya conceptos ligados a nuestro sector primario, a nuestra convivencia, a la gastronomía y a las costumbres de estas islas.[/blockquote]
Pero su contribución al crecimiento del tomate canario no se ha limitado solo a eso. El empuje de tantas y tantas mujeres canarias ha hecho posible, en buena medida, la consolidación en los mercados nacional y extranjero, hasta tal punto que la marca ‘tomate canario’ o la etiqueta ‘tomate tipo canario’ son ya conceptos ligados a nuestro sector primario, a nuestra convivencia, a la gastronomía y a las costumbres de estas islas.
Al cabo de ciento treinta años, la gran verdad es que este sector representa, en la mayoría de los casos, la vanguardia tecnológica de la agricultura, da ocupación laboral a más de diez mil personas y dispone de una logística comercial propia en Europa. Si Canarias tiene que ser una motivación permanente, tal como hemos propugnado desde el Parlamento regional, el tomate de exportación debe ser una referencia primordial para continuar mejorando las condiciones de cultivo y de comercialización. Les aseguro que la institución que presido será sensible con tales aspiraciones y se esmerará para estimular el quehacer y los compromisos de las instituciones públicas con el tomate canario, con sus trabajadores y, en especial, con sus trabajadoras.