Celebrar efemérides es una costumbre antigua que encierra un alto valor, pues además de propiciar una ocasión para el divertimento, nos ofrece un momento para la reflexión y la convivencia.
Conmemoramos cien años de existencia de una Institución genuina, singular y única en nuestro país. Una Institución que es fruto de muchos factores, pero especialmente de nuestra idiosincrasia, de nuestro devenir y de nuestra historia.
Y si la historia, como decía Tucídides, es un incesante volver a empezar, hoy, un siglo después de su nacimiento, los siete Cabildos comienzan a celebrar, durante 2012 y 2013, la centenaria existencia de la «Ley sobre Reorganización administrativa y Representación en Cortes de las Islas Canarias, de 11 de julio de 1912», conocida también como Ley Canalejas y la constitución de sus primeras corporaciones en cada una de las islas del Archipiélago el 16 de marzo de 1913, a excepción de El Hierro.
Ha pasado mucho tiempo desde aquel entonces. La Gran Canaria de hace cien años poco tiene que ver con la actual, pero hay algo común que permanece invariable, los anhelos y las ansias de su gente para conseguir una vida mejor y la actuación de cada una de las corporaciones constituidas desde aquel entonces en pro de ese objetivo.
En esta realidad cambiante a lo largo de la historia, los Cabildos han demostrado ajustarse como un guante a la realidad de las islas. Desde un primer momento, se identificaron como la fórmula óptima para gobernar y gestionar unas entidades territoriales que, aun compartiendo una identidad común, por ser islas, goza cada una de ellas de una personalidad propia y viven situaciones particularizadas y problemas concretos. Esta adaptación a la singularidad específica de cada isla es lo que, a su vez, ha permitido a Canarias avanzar en un proyecto común, como región primero y como Comunidad Autónoma, después.
Estas razones justifican la oportunidad de recordar y reflexionar sobre el papel que los Cabildos han interpretado en el proceso histórico de Canarias. Ahora que cumplimos cien años, ahora que surgen distintas iniciativas encaminadas a revisar la organización política administrativa del Estado, es ahora cuando debemos reafirmar la plena vigencia de esta Institución para dar respuesta a las demandas ciudadanas; en suma, a los desafíos y exigencias de presente y de futuro que se nos plantean.
Han pasado 100 años. De los tiempos convulsos de principios del siglo XX hemos pasado a un nuevo siglo, a una nueva época. Ahora vivimos tiempos de cambios, cambios para los que desde la gobernanza insular estamos obligados a buscar alternativas desde la responsabilidad y desde el compromiso. Y a nosotros nos toca, desde la política y desde lo público.
Sí: desde la política, porque ante las amenazas que nos abruman, sigue siendo el instrumento de transformación social más potente que conozco. Y sí, desde lo público, porque configura las coordenadas para la defensa de la igualdad de oportunidades, de la cohesión social y de la justicia social.
La isla, más allá de un ente territorial, es el reflejo de la vida de quienes habitamos en ella y de algún modo expresa los sentimientos de su gente. Sentires que se han ido adaptando a los nuevos tiempos, sin perder su identidad y reivindicando con orgullo a Gran Canaria: lo que fue, lo que es y lo que quiere seguir siendo.
Una Gran Canaria que dé respuesta a las demandas y a las aspiraciones acumuladas en el tiempo o a las que están surgiendo a un ritmo vertiginoso. Las bases para articular esas respuestas precisan del impulso colectivo de la ciudadanía grancanaria, de los sectores económicos y sociales de la isla y de las Instituciones. Por eso, vuelvo a reivindicar en este acto, la visión y ambición sincera y honesta que debe presidir cuantas decisiones se tomen en el seno de este Cabildo en favor de Gran Canaria y su gente.
Necesitamos una Gran Canaria comprometida con las personas, especialmente con los colectivos más vulnerables, con las familias, con los jóvenes, con la educación y la formación, con la cultura. En suma, comprometida con quienes menos tienen y más lo necesitan.
– Una Gran Canaria Sostenible con el medio ambiente, fomentando un consumo responsable, reduciendo nuestra dependencia energética exterior, impulsando las energías renovables como apuesta estratégica de presente y de futuro. Por eso, la central de Chira-Soria debe ser una realidad ya, sin más demoras. Tenemos las materias primas verdes mejores del mundo, no necesitamos que nadie nos las pinte de negro.
– Una Gran Canaria Responsable con el territorio y dotada de unas infraestructuras en puertos, aeropuertos, industriales, centros tecnológicos y científicos que potencien una isla competitiva y de referencia para la proyección de Canarias.
– Una Gran Canaria económicamente Emergente en la generación de empleo para quienes no lo tienen, emergente con nuestros sectores económicos y con la emprendiduría.
– Y, por último, una Gran Canaria comprometida con la igualdad. Cien años atrás, como da fe el cuadro que preside la entrada a este Salón de Plenos, la igualdad no era más que una quimera en el imaginario invisible de las mujeres de la isla. Hoy la realidad de esta Corporación es bien distinta, como bien distinta es la sociedad a la que representamos. El camino recorrido ha sido complejo, diría que, sinuoso en muchas ocasiones; por eso, no se puede dar ni un paso atrás, ni un derecho menos.
Hoy comenzamos la celebración de un cumpleaños en tiempos difíciles, en tiempos en los que se cuestiona la existencia de los avances en derechos sociales, la existencia misma de los logros conseguidos con el esfuerzo colectivo de quienes han hecho posible lo que hoy somos como isla, como región, como país.
Por eso, este cumpleaños cobra todo su sentido si somos capaces de avanzar a pesar de las dificultades, sorteando los obstáculos y reafirmando nuestro compromiso con nuestra tierra y nuestra gente. No es una tarea fácil, pero sí es una tarea atrayente y apasionante.
Decía María Zambrano que lo que somos lo hemos soñado antes. Probablemente, la Gran Canaria de hoy fue la Gran Canaria soñada hace 100 años. Si anhelar los sueños nos permiten alcanzarlos, ambicionemos el sueño de recuperar la capacidad de seguir inventándonos una vida nueva y mejor para todos, como proyecto ético individual, colectivo e institucional. Un sueño y un proyecto capaces de construir esperanzas. Ese es el reto, ese es el desafío: seguir construyendo Gran Canaria y Canarias. Ese es nuestro sueño, nuestro proyecto y nuestro mensaje.