Superposición del sitio

El desafío de la movilización

La contrarrevolución social a la que asistimos me preocupa. El miedo, el individualismo, el fomento al desprecio a la política y la democracia, los valores del omnipresente poder del dinero y de los mercados, el desprecio injustificado por el sector público, el cinismo de la derecha – como diría Daniel Innerarity – la distracción mediática intencionada, la desmovilización colectiva… sólo nos predispone a la melancolía y al pesimismo, que suele ser un oscuro callejón sin salida.

Debemos recuperar nuestra capacidad de indignación responsable. De activar nuestro espíritu y sentido crítico con aquello que aspiramos a modificar y transformar.

Les recomiendo desde estas líneas dos libros estupendos que se refieren acertadamente al valor incuestionable de nuestras energías y aspiraciones de cambio: ¡Indignaos!(Ed. Destino) de Stéphane Hessel (un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica), y Algo va mal ( Ed. Taurus), de Tony Judt, en el que el pensador británico fallecido el pasado año, nos desafía a oponernos a los males de nuestra sociedad y a afrontar nuestra responsabilidad sobre el mundo en que vivimos.

La involución que vivimos colapsa la movilidad social y destruye la confianza mutua indispensable para dar sentido a la vida en sociedad. Mientras que Judt señala que la tríada inseguridad, miedo y desconfianza se han articulado como base de un sistema de dominación que encuentra en la indiferencia la clave de su éxito, Hessel nos recuerda que “la peor actitud es la indiferencia” con la que perderemos definitivamente “uno de los componentes esenciales que forman al hombre: la facultad de indignación y el compromiso que la sigue”.

Como ciudadanos y ciudadanas de una sociedad libre, creo que tenemos muchos desafíos por delante, uno de ellos, el de mirar críticamente a nuestro mundo y a nosotros mismos.

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