El 15 de marzo de 2002, siendo concejala del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, presenté una moción en nombre del grupo municipal socialista relativa a la presencia de nombres de mujeres en las calles mi ciudad.
En ella expresaba nuestra concepción de las ciudades como espacios de participación, donde mujeres y hombres somos sujetos activos de la organización y modelo de convivencia.
Señalaba que las ciudades son expresiones de la organización de la vida de la ciudadanía. La ciudad es como una memoria organizada, pero las mujeres hemos estado invisibles en esa organización. Y la razón de esa invisibilidad radica en que la historia de las ciudades ha dejado a un lado a las mujeres, porque las mujeres no hemos formado parte de los niveles de decisión que influyen en la creación y la gestión de la ciudad, el entorno de vida y el ordenamiento territorial.
[blockquote size=»third» align=»left»]Esta invisibilidad, acontece, lamentablemente, en todas las ciudades y municipios del mundo, también en Canarias[/blockquote]
Además en la moción referida, indicaba que las ciudades y los pueblos guardan en la memoria de sus calles y plazas los nombres de los personajes que en ella han influido y esos espacios públicos de tránsito y convivencia, sólo excepcionalmente recogen algún nombre de mujer, cuando lo cierto es que las ciudades y los pueblos que hoy conocemos son lo que son, por las aportaciones excepcionales de muchísimas mujeres.
Esta invisibilidad, acontece, lamentablemente, en todas las ciudades y municipios del mundo, también en Canarias. Basta sólo con echar una mirada a nuestros callejeros y comprobarlo. Ante este déficit democrático – porque sin igualdad plena, no hay democracia plena -, todas las iniciativas para paliarlo son pocas, pero si además un representante municipal del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, dice lo que “no hay mujeres suficientes”, estamos ante una quiebra democrática importante.
Por eso, he recordado aquella vieja pero actual moción municipal, para sumarme a la reivindicación para que nuestras calles, plazas y avenidas dejemos de estar invisibles las mujeres. Queremos compartir las ciudades, queremos compartir los espacios, queremos codecidir, queremos tomar las riendas de nuestros destinos.
Las mujeres hemos de estar presentes en la concepción y la gestión de las ciudades, nuestro espacio por excelencia para la convivencia. Tenemos que ser visibles en esa organización y en todas y cada una de las organizaciones existentes. Como bien reza el lema “Ni un paso atrás ni un derecho menos”, nos toca seguir luchando para consolidar los logros alcanzados en igualdad, para continuar avanzando, sin permitir retrocesos.
Y sólo se me ocurre reconocer a tantas y tantas mujeres que han hecho posible nuestras ciudades y continuar con sus testimonios vitales con sus nombres nuestros callejeros.
Hoy, como siempre, pero quizás más que nunca, no basta con proclamar la igualdad, tenemos que actuar colectivamente y tomar la palabra. La palabra que nos acerca y nos une, la palabra que denuncia y la palabra que reivindica. En suma, la palabra que nos hace visibles y contribuye a cambiar el mundo.