Anoche impartí una conferencia en el CEPA Telde-Casco para hablar de «La mujer en el siglo XXI». El fenómeno social más trascendente del siglo XX ha sido, sin duda, la revolución social protagonizada por las mujeres que, de forma pacífica y constante, hemos cambiado radicalmente las relaciones sociales, culturales, laborales, familiares e interpersonales vigentes durante siglos. Por nuestra voluntad y esfuerzo, nos hemos incorporado progresivamente al mundo laboral, profesional y político, hasta constituirnos en una fuerza humana imprescindible para abordar con éxito los retos de una sociedad en continuo proceso de transformación.
Celebramos importantes conmemoraciones que nos hacen más presente el camino recorrido, pero tenemos que seguir, con grandes dosis de esfuerzo y coraje, para que sigamos transformando la sociedad que queremos.
Los avances han sido importantes, pero no debemos bajar la guardia, no debemos admitir retrocesos en la igualdad y en la libertad que hemos conquistado en los países democráticos. Y saben que les digo que todavía, en pleno siglo XXI, hay discriminación por razón de género: hay violencia contra las mujeres, hay trata de mujeres con fines de explotación sexual, las mujeres perciben salarios inferiores a los hombres, hay cánticos en estadios de fútbol, sin ir más lejos en el Benito Villamarín, animando a un jugador que ha sido condenado por maltrato a su novia, o insultos a una jueza de línea.
Y la situación en el mundo no es mejor. Se acordarán de Malala, la adolescente paquistaní que fue atacada por los talibanes por defender la educación de las niñas, y tantas y tantas mujeres que padecen discriminación, especialmente en países de intolerancia religiosa.
Soy consciente de las dificultades, pero soy optimista tras los avances conseguidos. Las mujeres hemos transformado nuestro modo de vivir, y nos corresponde a todos nosotros, continuar con trabajo, perseverancia, activismo, políticas públicas e inversión pública. Estas son nuestras armas, razón, pasión, perseverancia, inteligencia y coraje. Mucho coraje.