El papel del tercer sector en la integración social de las personas con discapacidad ha cobrado en nuestros días una enorme importancia. Si bien es cierto que la existencia misma de estas organizaciones nos recuerda cada día los déficits de las sociedades actuales en la defensa de la igualdad de oportunidades, también lo es que hoy por hoy están haciendo un trabajo encomiable, indispensable.
Mi ronda de contactos con las diferentes organizaciones sociales radicadas en Canarias me llevó la semana pasada a visitar la sede territorial de la ONCE, una de las más conocidas, tanto por el sorteo que lleva su nombre, cómo por los interesantes proyectos que tienen en marcha en todo el Estado.
De la mano del delegado territorial de la ONCE en Canarias, José Antonio López, y el presidente del Consejo Territorial en Canarias, Miguel Ángel Déniz, tuve ocasión de conocer su modelo social, así como los servicios de rehabilitación, educativos, de acceso a la información y apoyo al empleo que ofrecen a sus más de 3.600 afiliados y afiliadas de las islas, todas ellas personas con una discapacidad visual.
Me quedó claro que la ONCE es mucho más que lo vemos, la ONCE sobre todo es lo que está detrás de lo que vemos. Una vez en el centro, Estrella, técnica de rehabilitación, me invitó a hacer un recorrido sin ver por las instalaciones. En ese momento comprobé, aunque fuera por unos minutos, lo difícil que es el día a día de una persona con discapacidad visual y lo poco conscientes que somos, en general, de este hecho.
[blockquote size=»half» align=»right»]Comprobé, aunque fuera por unos minutos, lo difícil que es el día a día de una persona con discapacidad visual y lo poco conscientes que somos, en general, de este hecho.[/blockquote]
Allí también llevan cabo una importantísima labor de transcripción de libros al sistema Braille, se adaptan a este lenguaje, materiales en relieve para escolares y se impulsa, en definitiva, el desarrollo de dispositivos que faciliten a este colectivo el acceso a las tecnologías de la información, vitales en el mundo de nuestros días.
Gracias a las explicaciones de la ONCE, descubrí que el sistema Braille se construye con seis puntos en relieve que, combinados, permiten generar un total de 64 caracteres; solo seis puntos capaces de llevar la lectura y, en definitiva, la luz de la palabra escrita a las personas que no pueden ver. Parece una contradicción: “la luz de la palabra escrita para quien no ve”, pero ¡qué hermosura!
Desde el Parlamento de Canarias queremos mantener el compromiso con la ONCE y reforzar nuestras líneas de colaboración para continuar impulsando la visibilización y la integración de las personas con una discapacidad visual. Estamos decididos a seguir compartiendo ilusiones y compromisos, para seguir construyendo esperanzas desde esos seis puntos de luz.