El Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar es un centro de referencia tanto para el estudio e investigación del pasado prehispánico del Archipiélago, como para los visitantes interesados en conocer la historia, costumbres y tradiciones de los primitivos habitantes de un lugar, en este caso de Gran Canaria.

En el quinto aniversario de su inauguración es necesario recordar a cuantas instituciones y organismos participaron para que el primer centro arqueológico de Canarias fuera una realidad, Ayuntamiento de Gáldar, Cabildo de Gran Canaria, Gobierno de Canarias y Administración General del Estado. Detrás de las instituciones, organismos y entidades está la gente y entre ellas Celso Martín de Guzmán, hijo predilecto de la ciudad de Gáldar y primer Director General de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias, quien dirigió durante unos años y siempre siguió muy de cerca los trabajos que se realizaban en la Cueva Pintada y por supuesto, al autor del proyecto, el arquitecto Francisco Javier Feduchi Benlliure.

En sus casi cien páginas publicadas a título póstumo en el número 40 del Anuario de Estudios Atlánticos, Martín de Guzmán destaca la labor conjunta de tantos profesionales que plasmaron su empeño en la Cueva Pintada, recordando a quienes intervinieron como profesionales y al estudiantado de las universidades canarias e incluso, al personal enviado por el INEM, sin cuya colaboración este proyecto no se habría materializado.

El interés de este legado, singular vestigio del mundo aborigen canario, posee una triple dimensión. En primer lugar por su carácter único, tanto dentro del patrimonio pictórico y de la arqueología canaria como de la española. No existe una muestra similar en el Archipiélago, y al mismo tiempo, posee singularidad en el conjunto de la pintura rupestre española e incluso de otras áreas mediterráneas.

En segundo lugar, la Cueva Pintada está ligada a una acrópolis con más de 60 casas excavadas que se pueden visitar en la exposición del conjunto museístico, así como una importante muestra de la cultura material aborigen con todo tipo de objetos.

Por último, por la propia cronología del yacimiento, nos ofrece conocimientos tanto sobre el mundo aborigen isleño como de la población residente en el lugar tras la Conquista.

Aprovechando este quinto aniversario quiero hacer extensible la valoración del potencial arqueológico del que goza el noroeste de Gran Canaria y su incidencia en la sostenibilidad del territorio; me refiero a yacimientos como el Cenobio de Valerón en el término municipal de Santa María de Guía o el Maipez en Agaete, conjuntos que definen una ruta plural añadiendo la puesta en valor del paisaje, los cascos históricos, museos, la restauración con su gastronomía de mar y tierra adentro, los alojamientos rurales, las fiestas populares, el folclore o la artesanía, en definitiva un noroeste que presenta un producto diferenciado y que no compite con el Sur de la Isla ni con la Capital, todo lo contrario, se complementan en una isla que hemos consensuado promocionar como “Continente en miniatura”.

Pero la sostenibilidad pasa por el diálogo sosegado entre las administraciones locales e insular, cuanto menos, y las asociaciones empresariales, en el intento de proyectar y promocionar en este caso el norte de Gran Canaria más allá de los límites municipales. No es novedad que cada Ayuntamiento viene haciendo lo que considera más oportuno para su promoción y probablemente hasta tengan sus propios criterios de valoración del éxito o fracaso de las acciones, pero no me negarán que siempre será más eficaz y eficiente la promoción cuanto más tengamos que ofrecer y más fortalecida cuanto más unidos estemos, localismos al margen.

En materia de promoción tampoco vale decir “eso ya lo hicimos” porque la promoción es un trabajo continuo con acciones variadas, si queremos posicionarnos en una sociedad competitiva que exige calidad y excelencia. En la era digital los canales de promoción llegan a muchos con poco esfuerzo y el patrimonio de Gran Canaria no sólo hay que conservarlo, restaurarlo y aumentarlo sino, además, promocionarlo y esa es una labor como he dicho de todos los sectores públicos y privados.

Es cierto que se han dado grandes pasos y ha habido grandes aciertos en la conservación y restauración de los yacimientos arqueológicos de Gran Canaria, pero nunca es demasiada la labor y la inversión que se haga en este sentido, porque ahí yace gran parte de nuestra historia. Al noroeste le queda aún pendiente la intervención en otra de las grandes joyas de la arqueología “La Guancha” también en Gáldar, pues no en vano fue la corte de Los Guanartemes. Su estado deja mucho que desear y los primeros auxilios deben llegar cuanto antes si no queremos que se pierda para siempre.

Desde aquí solicito y me posiciono con el compromiso institucional para continuar desarrollando el Plan Arqueológico Insular, pues no debemos olvidar que la mirada cultural se hace cada vez más necesaria en una sociedad que debe conocerse y reconocerse en su legado histórico, en la que la tolerancia y el respeto sean valores insignia de esta Gran Canaria plural y diversa.

Porque, como dijo Celso Martín de Guzman, «la Arqueología canaria debe estar por encima de las coyunturas políticas y los voluntarismos y regida por su misma categoría de bien social, más allá de la generación viva. Pues una obligación, y una carga añadida, el imperativo moral de estudiarla con rigor, conservados con decisión y disfrutaría con fruición».

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