Celebrar el Día de las Letras Canarias nos permite, un año más, de alguna manera, detener este tiempo que pasa tan deprisa. Y hacerlo de la mano de Dolores Campos es, al menos para mí, trascender a lo humano; ver con su mirada intemporal aquellas cosas casi imperceptibles para los demás, pero muy presentes en ella y sentirlas con su tinta sensible, sutil y valiente que seguía su propia estela vital, su alma al viento.
La conocí hace muchos años atrás, como a su familia, a la que tanto cariño tengo. Se nos fue demasiado pronto, en silencio casi, pero ahora el tiempo y el acierto de la dedicación del Día de las Letras Canarias a su obra, a su talento y a la belleza de sus palabras, nos la devuelve en cierta manera, a través de sus libros, que estarán con nosotros para siempre. Igual que su sonrisa.