Hoy hemos celebrado bajo el cielo azul y luminoso de Las Canteras el Día Internacional del Libro. Nos convocamos alrededor de poemas y extractos de autores como Dolores Campos, Federico J. Silva, Josefina Plá, Pedro García Cabrera, Manuel Padorno, Panero y Mercedes Pinto, entre otros.
Las palabras y las letras se fundían con el bullicio de la mañana, con el ir y venir parsimonioso de la gente que transitaba este sábado santo ese paseo privilegiado que mece la orilla de nuestra ciudad.
Los libros siempre han estado presentes en mi vida. Han significado un alimento reconfortante para mi espíritu y mi mente con el que he podido enfrentarme con argumentos al prodigio de la vida. Los libros que leemos nos acompañan fielmente toda la existencia. Una vez incorporados a nuestra experiencia, se trasladan a los sucesivos domicilios que hemos decidido ocupar, sin rechistar forman parte temporal de la biblioteca de otras personas cuando los prestamos generosamente como un modesto tesoro del que nos desprendemos con cierta inquietud que no disimulamos, pasan de mano en mano, de padres y madres a hijos e hijas, de generación a generación…
Con los libros nos introducimos en otros mundos, nos permiten vivir otras vidas y experimentar sensaciones que si no fuera por la literatura, posiblemente nunca tendríamos la ocasión de sentir. La experiencia lectora nos hace libres e independientes y nos predispone a enjuiciar con mayor criterio lo que sucede a nuestro alrededor. En definitiva, nos hacen más felices. «Cuando se lee no se aprende algo; se convierte uno en algo», admitió Goethe.
La vida humana transcurre entre palabras y quizás por ello leer sea una urgente necesidad pública y privada. Tal vez no hayamos otorgado aún la dimensión y el valor real que se merece la palabra como elemento transformador y transfigurador de la historia de la humanidad. Por ello Vargas Llosa señala que los libros “son también el más asombroso principio de libertad y fraternidad”.
Dice el profesor José Antonio Marina que quienes dividen la magia en blanca y negra se equivocan. Olvidan que la magia más poderosa y magnífica es la del negro sobre el blanco. La escritura, y la lectura, claro, que es su complemento. De ella emergen hadas y dragones, mundos nuevos y mundos antiguos, personajes, historias, sentimientos, leyes, reflexiones, poemas y ecuaciones.
Les recomiendo que visiten el blog de Winston Manrique Sabogal alojado en la edición digital de El País (http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2011/04/dia-del-libro-devocion-por-la-lectura.html) en el que responde con acierto a las preguntas por qué leemos y para qué sirve la lectura.