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El próximo domingo, 22 de mayo de 2011, tengo muy claro lo que voy a hacer. Me levantaré, me ducharé, desayunaré con mi familia y saldré a la calle a votar. Tengo poderosas razones para ello: 1.- Sé que votar no lo arregla todo. Sé que hay gente que piensa que su voto puede usarse de forma inadecuada. Interesada. No por el interés de la mayoría, sino de unos pocos. 2.- Nadie que entienda la importancia de la política puede pasar por alto lo que está ocurriendo estos días en la calle. Nadie puede beneficiarse del descrédito de la política. Porque, como sigamos así, “la política va a ser irrelevante